EN LA SENDA DE LOS PASOS PERDIDOS

Autor: Wilder Calderón Castro


Es innegable la importancia del Congreso de la República en la vida democrática de nuestro país. Su funcionamiento garantiza la supervivencia de la gobernabilidad y es sinónimo de ejercicio pleno de la constitucionalidad y del Estado de Derecho en el Perú.

Al recapitular sobre la productividad de nuestros congresistas, cabe referir que en un sin número de oportunidades, desde estas líneas, hemos sabido ponderar el compromiso y la labor de algunos parlamentarios que trabajan para el bien de sus localidades, que legislan para sus pueblos y participan en las diferentes instancias, de acuerdo a la hermeneútica parlamentaria, al proponer dictámenes y hacer uso de la palabra en representación de su pueblo, durante los debates en comisiones o pleno del Congreso de la República.

Se suponen que son 130 los congresistas que intervienen en la elaboración de las leyes de la República. Es además función del Congresista la de fiscalizar políticamente todo lo que acontece en el Estado Peruano, sin discriminación alguna.

Nuestros parlamentarios tienen otra función que también es importante: La de la representación. No se trata de ser padrino de todos los matrimonios, participar en las fiestas patronales, bautizos, cambios de aro y hasta cambio de llantas. No, señor. El asunto es saber representar al pueblo, siendo ejemplo de ética, paradigma moral. Es menester entonces saber interpretar correctamente el sentimiento del pueblo. Ser su voz.

Al pueblo le corresponde analizar, si es que la representación congresal de Ancash viene cumpliendo con el mandato popular. La responsabilidad que le compete al periodismo es la de evaluar a cada miembro de la representación nacional, en torno a cuántas leyes se prepararon y se aprobaron para generar el desarrollo el progreso, cuántas audiencias han realizado los congresistas en casi los dos años que van ocupando sus escaños, cuántas sesiones de rendiciones de cuentas, cuántas leyes se han presentado y han sido aprobadas.

Es poco elegante de mi parte como ex parlamentario juzgar la labor desarrollada en dos años de gestión parlamentaria de la actual representación. La opinión pública evaluará, con objetividad, el actual descalabro de una práctica congresal en nuestra región y que ha sido llevada por el interés fiduciario y monetario.

¿Dónde están los entonces defensores del pueblo que solo despiertan en las elecciones generales? Los gallitos de pelea de la anterior elección ni siquiera estiran las alas en el hemiciclo para luchar por los intereses de Ancash. ¿Qué dijeron nuestros mudos parlamentarios cuando se derogó la Ley Corina, sólo por mezquinos intereses políticos? ¿Dónde estuvieron para defender nuestros colegios emblemáticos? ¿En los pasos perdidos?

Nos hemos sumado a la campaña para frenar el dispendio del pueblo, a través del camuflado incremento de sus remuneraciones. Por fortuna, hemos tenido éxito, gracias a la presión popular. Y a todo esto, ¿sabemos acaso cuál fue la opinión de los congresistas ancashinos en torno a esta medida? Verdad que no. La elocuencia de su silencio es ensordecedora, señores.

Sabemos que hubo congresistas honorables que ha renunciado a este derecho fabricado entre gallos y medianoche; claro está que ninguno era parlamentario ancashino. Hasta el primer mandatario ha tenido que hacer eco de la presión popular, que definitivamente no podía permitir una tamaña ofensa, pues el sueldo de los maestros, de la empleocracia estatal y de los médicos siguen congelados y lo que es peor no existe la menor intención de incrementarlos.

Confiamos que la representación congresal de Ancash en los tres años de gestión venideros, con su práctica política, con su acción de devoción a la democracia y con su pasión al trabajo, puedan efectivamente revertir la imagen negativa y ese tufillo que ha dejado un sinsabor del pueblo respecto a los actuales congresistas que como dijimos anda por los pasos perdidos.

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