RUMBO AL BICENTENARIO

Escribe: Wilder Calderón Castro

Un ejercicio común entre los prestidigitadores y profetas, al iniciarse un nuevo año, es lanzar sus predicciones. Sin pretender convertirnos en profetas o simples adivinos hoy es una oportunidad para mirar el futuro de nuestro país con optimismo. Según el barómetro Global de Esperanza y la felicidad de la consultora Win y difundida por Datum Internacional, el Perú está ubicado en el octavo lugar de la lista de los países más felices del mundo. 

Es cierto que al Perú nada lo detiene, pues le dimos ese impulso para que vaya adelante inercialmente. Somos una sociedad que viene construyendo su crecimiento económico y que efectivamente los ciudadanos del Perú lo sienten cada vez más. Actualmente ocupamos el sexto lugar en el ranking de los países, cuya población espera para el 2013 una mejora en su economía. Este milagro peruano fue posible durante el quinquenio pasado, pues el modelo económico está basado en la empresa privada es la impulsora del crecimiento, la que ha jugado un rol fundamental para alcanzar los indicadores macroeconómicos que hoy tenemos; hemos invertido y generado empleo, y no siempre en condiciones favorables, lo que ciertamente hace más meritorio el esfuerzo de la empresa privada. 

Sin embargo, el avance macroeconómico en el Perú aún no constituye un índice de desarrollo social y económico sostenible, debido a muchos factores, entre los que campean la mala calidad educativa, débil institucionalidad, ineficiencia e incapacidad actual del Estado, altísimo porcentaje de economía ilegal, déficit de infraestructura, inseguridad ciudadana, injusticia, corrupción, entre otros. Consideramos por ello que políticamente este es el momento para cerrar esta paradoja que se abre entre el progreso macroeconómico y la brecha de la desigualdad. Creemos que durante este año la inclusión social debe de profundizarse, para evitar los grandes conflictos sociales. 

El gobierno de Ollanta Humala tiene que garantizar la justicia social, la equidad. Y eso se hace con agua y desagüe para todos, carreteras, sistemas de comunicación, internet para incorporar a los lugares más alejados del Perú a la modernidad, el desarrollo de los pueblos del ande. El crecimiento del presupuesto nacional para el 2013 requiere de un liderazgo gerencial y moderno por parte del aparato estatal. Lamentablemente, el actual Estado se caracteriza por su lentitud y falta de preparación para esa tarea. Confiamos en que los gobiernos regionales sean capaces de ejecutarlos eficiente y oportunamente. 

Cabe referir que en la actualidad, nuestros políticos carecen de una hoja de ruta, incluso de una agenda de desarrollo sostenible para nuestra región. No sabemos qué exigir al gobierno central y regional. Tampoco a los municipios. No existe una preocupación por mejorar la calidad educativa de los centros educativos estatales. Y la única inclusión social que conozco está basada en la educación y que no se logra derogando leyes o dejando de realizar obras de calidad infraestructural para los planteles emblemáticos de nuestra localidad. El Perú necesita un liderazgo diferente que garantice nuestro crecimiento macroeconómico, para dilucidar un futuro con propósito para el 2021, año del bicentenario nacional. Ese propósito no puede ser otro que el desarrollo social y humano del Perú, que es lo único que hará sostenible cualquier desarrollo económico. Es por eso que los políticos afrontamos una serie de responsabilidades en la región Ancash mediante el consenso y la concertación más cercana a los ideales y expectativas de nuestro pueblo, no de las élites partidarias enquistadas en gobiernos regionales y municipios. No le demos la espalda al pueblo como lo ha hecho la representación congresal al aumentarse los sueldos.

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