¿UN QUINQUENIO PERDIDO PARA ANCASH?

Wilder Calderón Castro*

Ancash vive una situación crucial.  Los casi cuatro años de gobierno de Ollanta Humala han trascurrido literalmente sin pena, ni gloria para nuestra región.  El desarrollo económico sostenible de la región, durante este gobierno, se encuentra entre paréntesis.  Las esperanzas de miles y miles de ancashinos no encuentran el camino deseado. 
EL FENÓMENO DEL NIÑO
El aparato productivo regional está paralizado.  La inversión pública y privada cada vez es más esquiva.  El impacto del  Fenómeno del Niño este año ha sido devastador para la industria pesquera ancashina, debido al incremento de las temperaturas, salinidad y nivel del mar, que ha alejado a la anchoveta de nuestras costas. 
La inacción de nuestras autoridades regionales y nacionales no han tomado las previsiones para mitigar los riesgos asociados a este fenómeno en la región como la intensidad y dirección de los vientos que se registran en la costa del Perú.
Somos una zona alta vulnerabilidad ante el nuevo fenómeno de El Niño, puesto que nunca existieron planes de contingencia.  
¿Quién sabe a cuánto ascendieron los fondos de emergencia destinados por el gobierno central y regional para enfrentar las reparaciones de infraestructura? ¿Cómo paliamos la situación de nuestros campesinos durante la sequía que afectará algunas zonas de producción en Ancash Sierra? ¿Qué hicimos por nuestros pescadores, quienes se quedaron varados en nuestras costas?
Las consecuencias para la economía familiar, el comercio y la industria son catastróficas.  Las pérdidas generadas ascienden alrededor de US$1.000 millones, en la región.   Y el gobierno regional no cuenta con la legitimidad proveniente del ánfora, porque quien ganó la elección no puede asumir.
LA CORRUPCIÓN GENERALIZADA
A la desaceleración económica y la paralización del aparato productivo deberíamos sumarle los efectos de la corrupción.  Los ancashinos de buena voluntad convivimos con esa sensación de arcada moral que nos produce el hedor de una tecnoburocracia enquistada en el poder y que no cambia de protagonistas, a pesar del recambio. 
Los gobiernos regionales no pueden sacudirse de la corrupción, de la asociación ilícita para delinquir con los fondos del Estado.  Esos sicarios de los lobbies, malhechores de la trampa, reyes de los “arreglos” por debajo de la mesa, los especialistas en las licitaciones deshonestas, suelen cobrarse tarde o temprano la inversión de la campaña electoral.    
LA BANCADA REGIONAL DORINA
A este dantesco panorama debemos sumarle la intervención del gobierno central que le ha quitado a Ancash, 500 millones de dólares del canon minero, al crear el impuesto del gravamen.  No existe un plan de contingencia. 
Y lo que es peor, nuestra representación congresal juega, literalmente, de mantequilla en el parlamento.  Es por eso que en las redes sociales los han bautizado como la bancada regional Dorina: Suavecita, no más. 
La presentación del premier Pedro Cateriano era una situación excepcional para exigir que Ancash esté en la agenda del gobierno central.  La bancada regional Dorina debió aprovechar la ocasión, para pedirle la restitución del Canon.  Lamentablemente, ninguno de los cinco congresistas abrió la boca (al parecer todo les resbala).  No entienden que se lo deben a sus electores.
Las fuerzas políticas se alistan a vivir una justa democrática el 2016.  El pueblo tiene la oportunidad de hacer correcciones históricas y decidir en torno a conceptos meritocráticos; no por la butifarra y la promesa demagógica.  Esta nueva actitud de los electores y su clase política deben servir para remontar las dificultades de hoy y poner en la vereda del progreso a una de las regiones del Perú con mayor potencial.

*Dr. En Educación y ex Congresista de la República


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