Escribe: Wilder Calderón Castro, Congresista de la República
El Día del Maestro amerita siempre una oportuna reflexión. Miles de profesores podremos celebrar nuestro Día, dentro de un nuevo marco legal, gracias a la promulgación de la Ley de la Carrera Magisterial. Esta norma que tiene como propósito dignificar el trabajo del maestro del Perú; postergado, incomprendido y humillado, hasta antes de este régimen democrático.
Esta Ley es un instrumento de legítima defensa para sus beneficiarios, que el gobierno del presidente Alan García y el Ministerio de Educación vienen implementando, a nivel nacional, a fin de que los propios maestros estén enterados de lo que se legisla, a pesar de las sofisticadas tretas de los instigadores, los agoreros de la violencia y los predicadores antisistemas. ¿Y a todo esto? ¿Dónde están quienes referían que esta ley acabaría con la gratuidad de la enseñanza pública? Supongo que muy lejos de los intereses de los profesores.
La calidad de la enseñanza no sólo debe responder a políticas educativas regionalistas y descentralistas, a la implementación de las Tecnologías de la Información y Comunicaciones (TICs), una infraestructura ideal o de laptops para los estudiantes y docentes u otro tipo de equipamiento. Debe ser un reconocimiento claro de uno de los actores más importantes del proceso enseñanza-aprendizaje: El Maestro.
El planteamiento de la carrera pública implicó la revalorización de la profesión docente y un reconocimiento real de su rol social. Las bondades de la ley están a la vista: El establecimiento técnico de cada una de los niveles de la carrera del maestro, el mejoramiento sustancial de sus competencias y por ende, de sus ingresos, permanencia, ascensos y salarios.
La carrera pública magisterial tiene entre sus características más saltantes las siguientes: carácter nacional y administración descentralizada; la profesionalización docente como articuladora y agente de cambio; desde y para los alumnos y aprendizajes, a fin de que construyan un futuro personal y del país; tiene el propósito de atraer y retener a los mejores docentes, reconoce el esfuerzo que realiza el docente en desarrollarse; remuneración de acuerdo al nivel magisterial; financiada en el presupuesto nacional; está orientada a lograr una educación pública de calidad.
Nuestro sistema educativo debe caracterizarse por su calidad, eficiencia y equidad. Somos conscientes de que la nueva carrera magisterial es factible porque es parte de un programa integral, orientado a la reforma estructural de las instancias de gestión educativa descentralizada, dentro del marco del actual proyecto educativo nacional. Como legislador de la República me encuentro con la satisfacción del deber cumplido, debido a que me tocó sustentar en el parlamento esta nueva Ley Magisterial que tiene como propósito principal revalorar la labor del docente con inclusión social.
El Día del Maestro amerita siempre una oportuna reflexión. Miles de profesores podremos celebrar nuestro Día, dentro de un nuevo marco legal, gracias a la promulgación de la Ley de la Carrera Magisterial. Esta norma que tiene como propósito dignificar el trabajo del maestro del Perú; postergado, incomprendido y humillado, hasta antes de este régimen democrático.
Esta Ley es un instrumento de legítima defensa para sus beneficiarios, que el gobierno del presidente Alan García y el Ministerio de Educación vienen implementando, a nivel nacional, a fin de que los propios maestros estén enterados de lo que se legisla, a pesar de las sofisticadas tretas de los instigadores, los agoreros de la violencia y los predicadores antisistemas. ¿Y a todo esto? ¿Dónde están quienes referían que esta ley acabaría con la gratuidad de la enseñanza pública? Supongo que muy lejos de los intereses de los profesores.
La calidad de la enseñanza no sólo debe responder a políticas educativas regionalistas y descentralistas, a la implementación de las Tecnologías de la Información y Comunicaciones (TICs), una infraestructura ideal o de laptops para los estudiantes y docentes u otro tipo de equipamiento. Debe ser un reconocimiento claro de uno de los actores más importantes del proceso enseñanza-aprendizaje: El Maestro.
El planteamiento de la carrera pública implicó la revalorización de la profesión docente y un reconocimiento real de su rol social. Las bondades de la ley están a la vista: El establecimiento técnico de cada una de los niveles de la carrera del maestro, el mejoramiento sustancial de sus competencias y por ende, de sus ingresos, permanencia, ascensos y salarios.
La carrera pública magisterial tiene entre sus características más saltantes las siguientes: carácter nacional y administración descentralizada; la profesionalización docente como articuladora y agente de cambio; desde y para los alumnos y aprendizajes, a fin de que construyan un futuro personal y del país; tiene el propósito de atraer y retener a los mejores docentes, reconoce el esfuerzo que realiza el docente en desarrollarse; remuneración de acuerdo al nivel magisterial; financiada en el presupuesto nacional; está orientada a lograr una educación pública de calidad.
Nuestro sistema educativo debe caracterizarse por su calidad, eficiencia y equidad. Somos conscientes de que la nueva carrera magisterial es factible porque es parte de un programa integral, orientado a la reforma estructural de las instancias de gestión educativa descentralizada, dentro del marco del actual proyecto educativo nacional. Como legislador de la República me encuentro con la satisfacción del deber cumplido, debido a que me tocó sustentar en el parlamento esta nueva Ley Magisterial que tiene como propósito principal revalorar la labor del docente con inclusión social.
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